martes, 21 de mayo de 2013

Procto-Gyvenol - Crema rectala

El domingo nos habíamos propuesto levantarnos pronto y salir raudos y veloces hacia el castillo de Vlad el Empalador en Bran y a ver la Rumanía rural de nuestros sueños.

Allí dónde veíamos un rumano que hablara español realizábamos un sondeo para averiguar la dificultad de tal gesta.

9 de cada 10 rumanos de habla hispana opinan que viajar en una sola jornada al castillo de Bran desde Bucarest sin saber ir es una hazaña digna de las 12 pruebas de hércules o el primer mamífero en el espacio, y el que hace 10 era una recepcionista que no nos quería faltar al respeto, y que iría a comisión del coche de alquiler.

Aún así, Javi y Marc no cesaron en su empeño. Yo sí, pero soy fácil y me dejé llevar. Dimitri no dijo nada, lo vemos triste.

Finalmente, como hemos dicho antes, nos levantamos temprano, a las 10 y media. Luego fuimos a desayunar, que se nos hicieron las 11 y ala, salimos a las 12. Temprano, que había que cumplir con la misión.
Mirad, Dimitri tiene un rumano tipo H-1 sentado detrás.

El viaje fue sencillo, todo el rato es pillar una carretera que se llama "1". Tenemos un mapa del país en el que hay más carreteras y símbolos dibujados, pero no me acabo de fiar. Marc insistió en que lo dejáramos en el coche de alquiler para darles las gracias por darnos un coche roto y poner en grave  peligro nuestras vidas. Al final lo dejamos en el hotel, como agradecimiento por no devolverme la fianza. Se lo merecían más. Nuestras vidas no valen 300 euros.

Ejemplo de los acabados de los coches rumanos.
¡No nos importa, el coche era granate!
 Esa fue la primera vez que estuvimos a punto de perder la vida durante el día. Porque eso se desmontó mientras estábamos en marcha y Marc me ofreció amablemente un cambio de Marchas.

Fue algo como: "Por favor, ¿puedes sujetar un momento el cambio de marchas? - No es momento, estoy comiendo patatas con paprika y podría manchar el maltrecho cambio de marchas que me ofreces."

Pero hubieron más ocasiones y posibilidades.

Un poco más adelante hicimos un adelantamiento en línea contínua a un camión con remolque que no quería ser adelantado por línea continua.

Ante la negativa del camión rumano y los malditos coches rumanos que tenían la mala costumbre de circular correctamente por su carril pasamos un mal rato con posibles conclusiones frontolaterales como fin del proceso.

Yo comía patatas con paprika. Dimitri no dijo nada. Decidimos explicarlo en el blog.

Consideramos que alguien quería nuestra muerte, así que decidimos hacer lo posible por contentar a ese alguien. No nos gusta llevar la contraria.

Llegamos a una montaña maja con teleférico buscando el castillo de Sinaia que se ve que tenía que ser majo y tal.
Dimitri se puso muy triste cuándo vio que se cerraban las puertas del teleférico y que era moderno y seguro

Empezamos a preguntar por el Castillo o palacio de Sinai a los locales, y también a los turistas, encontrando respuestas de lo más dispares como hacernos pagar 5 ley para el parking o decirnos que no sabían si el castillo existía realmente.

Pero al final dimos con las teclas adecuadas y nos subimos a un teleférico que nos llevó a un lugar en el que no había nada.

Bueno sí,  algo había. Una vendedora de mazorcas y manzanas caramelizadas.
¿A quién se le ocurre construir un teleférico que te lleva a un vendedora de de mazorcas y manzanas caramelizadas?
Una chica que servía aguas y fantas a precios irrisorios y que tenía un san bernardo y un lavabo nos recomendó ir por la zona a buscar osos que salían de 5 a 6. O al menos eso entendimos, porque a mi me pareció en algún momento que decía algo de ardillas.
Intentamos que Dimitri entablara amistad con este perro para animarlo un poco, pero no mostró interés porque no era aficionado a las drogas y al Atlético de Madrid como él.

Le preguntamos si no era peligroso ir a ver los osos, y nos dijo que sí, pero que podíamos ir, que si los veíamos que corriéramos.
Sería una especie de barrio rojo de los osos, porque estaba plagado de carteles de osos desnudos como este.
Cogimos un camino en plan excursión a la montaña como Killian Jornet. Y siguiendo unas indicaciones nos adentramos en la zona de Osos, pero no eran las 5 todavía, y por más que los llamamos no acudieron.

Lo que si encontramos fue una jauría de perros en la puerta de una iglesia ortodoxa que se abalanzaron sobre el Marc porque no encontraron normal lo que estaba haciendo, que era bajar por la montaña arrastrando consigo piedras y todo tipo de elementos naturales. Yo tampoco, y Dimitri seguía triste, no podía ayudarnos.

Tras una breve conversación con los perros calló una piedra de 8 Kg y vieron que íbamos en serio. Así que nos dejaron pasar sin más.
Habían mejores fotos, pero hemos elegido la que se ve peor para que no se vea nada.
Lo que es la iglesia no tenía ningún interés, y aún menos para nostros. Así que dimos la vuelta.

Volvimos al coche, volvimos a pagar otro parking, y luego otro más. Que es más el esfuerzo de pagarlo que el dinero que vale.

Y no se bien como pero conseguimos llegar al Castillo de Sinaia, que no me acuerdo como se llama. Bueno, no es que no me acuerde, es que no lo he sabido nunca. Y no os preocupéis, que no quiero saberlo. Es mejor hacer sitio para otros conocimientos más útiles.

Lástima que estaba cerrado el castillo y toda la zona cercana al mismo. Pero saliendo a las 12 y media de Bucarest no se podía esperar nada más.

Aún así tenemos alguna foto gracias a un pasillo del hotel.
Anda, creo que ahí pone como se llama.
A todo esto Javi no aparece en ninguna foto porque no estaba. Y la imagen resume causa y efecto.

El diseño de envases y embalajes farmacéuticos en la Europa del este.

2 comentarios:

  1. Jupiterista Amarilleado21 de mayo de 2013, 16:51

    ¿Perdísteis un día entero en ir a visitar nada? Ya os vale. Gafapastismo extremo y perrunez elevada al cubo. Bien por Dimitri, eso sí! El más coherente.

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    1. Sí, y también el alquiler del coche. Y por poco también perdemos la vida.

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